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¿De dónde proviene la frase “estar al pie del cañón”?

El idioma castellano tiene una enorme cantidad de modismos y frases alegóricas a través de las cuales podemos expresar, con potencia y claridad, un sentimiento, una emoción o una actitud frente a las cosas que nos ocurren. A ese rubro de expresiones populares pertenece la conocida “Estar al pie del cañón“, que utilizamos comúnmente para decir que nos mantenemos firmes en nuestra posición, que estamos dispuestos a todo por cumplir con nuestras obligaciones, compromisos, que nada ni nadie es capaz de doblegar nuestra convicción cuando se trata de ser responsables y no abandonar un propósito. Estar “al pie del cañón” equivale también a permanecer en nuestro puesto sin importar los peligros, el cansancio o las condiciones adversas que nos propone tal o cual situación. En más de una ocasión debemos haberla pronunciado -o escuchado pronunciar- por ejemplo, poco tiempo después de haber sufrido la pérdida de un ser querido, o de haber perdido el empleo, o atravesado por un tratamiento médico complicado, ante la pregunta de un conocido, amigo o familiar: “¿Y tú? ¿cómo estás?..”, y uno responde, sin titubear y asumiendo una postura valiente y heroica: “Aquí,pues, al pie del cañón”. En esta nota, editada del blog Definiciencia popular, les dejamos la historia de esta singular y conocida frase: Una frase tan utilizada como “Estar alpie del cañón” merece dar a conocer las secretas entrañas de su significado y procedencia. Y para empezar, diremos que, según los expertos, esta expresión se utiliza para “indicar que una persona permanece en actitud firme ante una situación comprometida, difícil o penosa, cuando todos los demás han abandonado”. En castellano, sería algo así como mostrar “resistencia y heroicidad ante una situación límite”. Su origen se remonta a épocas de lucha armada, allá por la España de principios de Siglo XIX. Cuentan que durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), más precisamente durante uno de los Sitios de Zaragoza, la esposa de un cabo de artillería, conocida como Agustina de Zaragoza, tuvo una participación muy inusual que la convirtió en heroína. Agustina se casó a los 17 años con Joan Roca Vilaseca, cabo de artillería, el 17 de abril de 1803 en la iglesía de Santa María del Pino de Barcelona. El matrimonio tuvo un hijo varón cuyo nombre se desconoce, que murió de corta edad. Su marido participó desde el principio en la guerra, tomando parte en la batalla del Bruch. Los acontecimientos de la guerra los llevaron a él y a Agustina a Zaragoza. Durante el asedio de esta ciudad, Agustina llevó a cabo la acción que la hizo célebre. Tras haber caído heridos o muertos todos los defensores de la puerta llamada del Portillo, las tropas francesas se aprestaron a tomarla al asalto. Agustina, que llevaba la comida a su marido, tomando la mecha de manos de un artillero herido consiguió disparar un cañón sobre las tropas francesas que corrían sobre la entrada. Dice la leyenda que los asaltantes franceses, temiendo una emboscada, se batieron en retirada, y nuevos defensores acudieron a tapar el boquete, defendiéndose la ciudad una vez más. Había nacido el mito de Agustina de Aragón o La Artillera, nombre que se le dio a partir de entonces a la mujer, que, en un momento en que eran tan necesarios los ejemplos de heroísmo, pasó a ocupar un lugar destacado en las páginas de los libros de historia de España. Esta acción aguerrida de Agustina de Aragón fue la que dio origen al uso de la frase “estar al pie del cañón” y convirtió a la heroína en fuente de inspiración para diversos artistas como por ejemplo Francisco de Goya, que la inmortalizó en su cuadro Agustina de Aragón pintada en los años posteriores a la guerra civil. Asimismo, en 1950 se estrenó la película Agustina de Aragón, bajo la dirección de Juan de Oruña. Inclusive en tiempos modernos, la figura de Agustina sigue siendo tema para los creadores de historias en soportes más actuales, como demuestra el cómic o novela gráfica Agustina, editado desde el año 2009, que narra las aventuras de Agustina en los Sitios de Zaragoza. En esta ciudad puede apreciarse un monumento a esta valiente mujer, en la Plaza del Portillo. En la estatua, obra de Mariano Benlliure, Agustina aparece, precisamente, al pie del cañón, lista para ahuyentar a la soldadesca francesa. Aun cuando posteriormente España fuera igualmente ocupada, esta gesta femenina quedó en el recuerdo colectivo de España y sus colonias, con una frase que hasta ahora es utilizada en el habla popular. Nota: La imagen del post corresponde a Agustina Aragón, estampa de Juan Gálvez y Fernando Brambilla, publicada en Cádiz por la Real Academia de Bellas Artes en 1812-1813.

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